Y... ¿CÓMO ENTIENDO YO LA PEDIATRÍA?

¿QUÉ ENTIENDO YO POR SALUD?

La salud no es solo la ausencia de síntomas. Tampoco es una meta a la que se llega una vez y para siempre.

La salud es una danza compleja entre el cuerpo, la mente, las emociones y el entorno. Es la forma en que un niño responde al mundo, se adapta, se regula, crece, se protege, se expresa. Y eso no depende solo de microbios o diagnósticos, sino también de lo que vive, siente y cómo lo interpreta.

La salud es la expresión de una armonía profunda entre sistemas que se escuchan y se cuidan mutuamente: el sistema inmunológico, el nervioso, el endocrino, el digestivo… todo está conectado.    

LA SALUD INTEGRAL NO ES UNA MODA

La salud integral no es una moda ni una corriente bonita de Instagram.  Reconozco que incluso yo misma, a veces huyo de esas palabras, por lo vacías que pueden sonar si no se entienden desde la profundidad.


La verdadera salud —en su esencia— ya es integral. Ya es holística. Decir “salud integral” debería ser una redundancia. Porque todo lo que no incluya al cuerpo, a la mente, al entorno y al alma... no es salud, es reduccionismo.

Por eso, esa mirada debería ser el mínimo exigible a cualquier persona que te acompaña en un proceso de salud. Y para llegar ahí, todos —médicos y pacientes— tenemos que hacer un trabajo profundo: desnudarnos del ego, renunciar al papel de salvador y dejar de creer que la curación está solo fuera.


Ni en un médico.
Ni en un medicamento.
Al menos, no solo allí. 


Es un concepto complejo, sí. Pero tremendamente revelador.

¿CÓMO AVANZAR EN SALUD?

Creo que la única forma real de avanzar hoy en salud es huyendo de una mirada simplista, pero acogiendo el gran reto de su complejidad. Voy a descubrirte varios conceptos, la PEDIATRIA PREVENTIVA, la PEDIATRIA COLABORATIVA y el enfoque BIOPSICOSOCIAL y PSICOSOMÁTICO


La medicina preventiva es, para mí, una de las fuentes más potentes de salud… aunque entiendo que en la sociedad moderna, muchas veces, esa batalla la vamos perdiendo. Pero no por ello dejo de creer en ella. Y en ella es donde integro la mirada biopsicosocial, para que factores que pasan desapercibidos a ojos no entrenados, tengan un foco de luz y atención suficientes. 

Esta es la pediatría en la que creo. Una pediatría sin moldes, sin etiquetas. Una pediatría donde el niño, su historia, su familia y su entorno tienen un lugar central. Y donde yo, como profesional, tengo solo un papel pequeñito.


Pero un papel al que me entrego con todo.

POR LO TANTO, A PESAR DE QUE VAS A VER MUCHOS NOMBRES, EN EL FONDO ES: 

SIMPLEMENTE PEDIATRIA

 

¿Y DÓNDE MIRO? A toda disregulación presente y a todos sus posibles factores influyentes

 

MIS BASES PEDIÁTRICAS

PEDIATRIA

PREVENTIVA

PEDIATRIA

DE HABITOS DE VIDA

PEDIATRIA

DE LOS 1.000 PRIMEROS DÍAS DE VIDA

PEDIATRIA

BIO-PSICO-SOCIAL

PEDIATRIA

COLABORATIVA

PEDIATRIA

INTEGRATIVA


¿QUÉ ES LA PEDIATRÍA PREVENTIVA?

DÓNDE EMPIEZA LA SALUD

La pediatría preventiva no se enfoca solo en evitar enfermedades, sino en crear salud desde el principio de la vida. Apuesta por acompañar a las familias en la construcción de hábitos diarios que favorezcan el desarrollo físico, emocional y neurológico del niño, entendiendo que muchas de las enfermedades del adulto se gestan en la infancia —incluso en etapas tan tempranas como la gestación o los primeros mil días—.

Desde esta mirada, prevenir no es “adelantarse a la enfermedad”, sino sembrar equilibrio y madurez fisiológica en cada sistema: digestivo, inmune, respiratorio, postural, neurovegetativo… Y esto se hace a través de elecciones cotidianas que muchas veces pasan desapercibidas: la forma en la que un niño respira, mastica, se mueve, duerme, se relaciona con el entorno, gestiona lo que siente o interpreta el estrés.

El objetivo es empoderar a las familias, ayudándolas a comprender cómo funciona el cuerpo del niño, qué señales observar, qué hábitos cultivar y qué aspectos pueden favorecer o dificultar su desarrollo natural. Así se sientan las bases de una vida adulta más consciente, autónoma y saludable.

Porque la verdadera prevención no se mide en revisiones médicas puntuales, sino en la calidad del entorno que rodea al niño, en la atención que se le da a lo cotidiano, y en el respeto profundo por su proceso madurativo.

PEDIATRÍA DE LOS 
HÁBITOS DE VIDA

Hay una forma de hacer pediatría que no se centra solo en “qué tiene el niño” sino en cómo vive: cómo duerme, cómo come, cómo respira, cómo se mueve, cómo se vincula. 

 

Porque todo eso —lo que parece pequeño, lo que se repite cada día— es en realidad lo que está moldeando sus sistemas, su forma de funcionar, de adaptarse, de crecer

La llamamos pediatría de los hábitos de vida. Es una forma de acompañar desde lo cotidiano. No busca la perfección, pero sí traer conciencia a lo que muchas veces pasa desapercibido. Porque ahí, en esas rutinas invisibles, se está escribiendo la salud futura.

Y sí, puede parecer una responsabilidad enorme —y lo es—, pero también es una oportunidad preciosa: la de cuidar desde el origen, desde la base. De observar antes de intervenir. De ajustar antes de que duela. De sembrar antes de que falte.

 

Es una pediatría que no se impone, que no juzga, que no asusta. Acompaña. Informa. Y confía profundamente en que cuando las familias entienden lo que está en juego en lo cotidiano, pueden tomar decisiones más alineadas, más conscientes… y más tranquilas.

Porque los hábitos no solo organizan el día. 

 

Organizan el cuerpo. 

Organizan la salud. 

Organizan el futuro.


¿QUÉ ES LA PEDIATRÍA DE LOS 1.000 PRIMEROS DÍAS?

Es cuando todo está por escribir

Los primeros 1.000 días de vida —desde la concepción hasta los dos años de edad— son una etapa única, irrepetible y profundamente determinante. Es en ese tiempo cuando el cuerpo, el sistema nervioso, el intestino, la inmunidad y hasta la forma de percibir el mundo comienzan a tomar forma.

Desde la pediatría de los 1.000 días, no solo acompañamos el crecimiento visible, sino también la programación metabólica, emocional y fisiológica que marcará la salud de ese niño a lo largo de toda su vida adulta.

Por eso, damos tanta importancia a lo que a veces parece invisible: el tipo de parto, la forma de alimentarse, el vínculo, el entorno emocional, la calidad del descanso, el ritmo del día a día, la forma en que se siente sostenido.

Acompañar esta etapa con consciencia no significa hacerlo perfecto, sino estar presentes, entender lo que está en juego y asumir, con amor y responsabilidad, que ahí se están sembrando las raíces más profundas de la salud futura.

¿QUÉ ES PARA MI LA MIRADA BIO-PSICO-SOCIAL EN PEDIATRÍA?

Una mirada biopsicosocial, no una sola causa, ni una única solución. ES UN ENTRAMADO BIOLÓGICO, PSICOLOGICO Y SOCIAL,  que forman 3 dimensiones inseparables

 

  • Biológica (el cuerpo físico, la genética, los síntomas y sistemas orgánicos),
  • Psicológica (las emociones, pensamientos, personalidad, experiencias internas),
    • Escuchar el cuerpo, entender la emoción.  Hay síntomas que hablan sin palabras. Dolores de barriga, infecciones repetidas, dermatitis, problemas para dormir, falta de apetito… A veces, el cuerpo del niño expresa lo que aún no puede decir con la boca.
  • Social (el entorno, la familia, los vínculos, la cultura, el estilo de vida).

UNICIDAD

Cada niño es único. Cada familia, cada historia, cada biografía. Por eso, no hay un único enfoque, ni una receta universal. Lo que hacemos es explorar juntos:

¿Qué puede estar desequilibrado en su sistema?

¿Qué factores emocionales, ambientales o de hábitos pueden estar influyendo?

¿Qué opciones tenemos desde la medicina, la nutrición, el descanso, el juego, la regulación emocional?

HISTORIA

Aquí, no miramos solo el órgano afectado, sino la historia que hay detrás del síntoma.

 

 

OPCIONES

Yo no te daré una única respuesta. Pero sí puedo mostrarte caminos posibles. Y acompañarte a elegir el que mejor se adapta a vuestra historia.

Beneficios del enfoque biopsicosocial en pediatría

  • Permite un abordaje más completo, más humano y más respetuoso del niño.
  • Fomenta el rol activo de la familia como parte del proceso de salud.
  • Ayuda a evitar etiquetas innecesarias o medicalización excesiva.
  • Da lugar a intervenciones preventivas y personalizadas.
  • Acompaña al niño desde una comprensión profunda de su mundo interno y externo.

¿QUÉ ES PARA MI LA PEDIATRÍA COLABORATIVA?

 

 

Podría decir que este es el concepto que mejor define cómo trabajo hoy. No hay un yo sin tí, ni un nosotros sin vosotros

NO LO HAGO TODO SOLA

¿Lo hago todo sola? ¡No! Sería imposible.

Un enfoque en el que no estoy sola, sino que trabajo en red con otros profesionales que hablamos el mismo idioma. 

No conecto con ser “la que todo lo sabe”. Ya no. Porque no lo sé todo. Y porque no me corresponde saberlo todo. Ni quiero.


Tampoco me interesa ser el centro, ni el único pilar de apoyo de una familia. No es real. Y no es sano.

La pediatría colaborativa nace de esa certeza profunda: la salud real no depende de una sola persona.

RESPETO

Acompañar la salud del otro requiere un respeto profundo. 

 Una prudencia consciente, casi radical, para no dejar que la arrogancia —esa que a veces se disfraza de seguridad— se cuele y nos convierta en obstáculos más que en ayuda. Porque cuando hablamos de salud, no hay lugar para el ego.

La verdadera ayuda nace desde la humildad y la escucha. Desde la certeza de que la salud del otro es un territorio sagrado, complejo, vivo, cambiante. Y que acompañarla bien implica reconocer que muchas veces no bastamos solos. Que ese acompañamiento necesita ser amplio, honesto y colaborativo.

Cada profesional aporta su mirada, su conocimiento, su experiencia: nutricionistas, logopedas, fisioterapeutas, terapeutas respiratorios, psicólogos, educadores del movimiento, osteópatas...
Y también, por supuesto, la familia, que no solo forma parte del proceso: es el corazón del proceso.

 

 

INTEGRACIÓN

En mi trabajo diario, integro a estos profesionales constantemente en las recomendaciones, explicaciones y planes de acompañamiento. Los nombro. Los recomiendo. Derivo. Me apoyo en ellos. Y aprendo con ellos.

Porque acompañar de verdad implica también saber dar un paso al lado.


Y si bien muchas veces puedo ser la primera puerta a la que se llama, no siempre soy —ni debo ser— la figura principal.

A veces, mi papel es ayudarte a abrir una puerta que tú no conocías. O simplemente, validar una sospecha que ya intuías. Pero en muchas ocasiones, mi mayor aporte será orientarte hacia otros caminos, donde el protagonismo no es mío.

Eso es, para mí, hacer pediatría hoy.
Una pediatría que colabora, que no compite.
Que acompaña sin absorber.
Que se teje con otros.


Una pediatría que sabe hacerse pequeña, para que el proceso del paciente y su familia pueda crecer.

¿QUÉ ES PARA MÍ LA PEDIATRÍA INTEGRATIVA?

Una mirada global al niño

La pediatría integrativa es una forma de ejercer la medicina pediátrica que mira al niño como un ser completo: un cuerpo en evolución constante, conectado a su mundo emocional, a su entorno, a su historia, y a los ritmos naturales de la vida.

Más allá del síntoma

Busca ir más allá del síntoma, profundizando en los mecanismos fisiopatológicos que pueden estar en su origen. Se hace la pregunta de fondo: ¿por qué está pasando esto? ¿Qué intenta decirnos el cuerpo a través de esta manifestación?

Prevención y promoción de salud

La pediatría integrativa pone un gran énfasis en prevenir antes que curar, y en acompañar el desarrollo del niño de forma que se promueva la salud futura. Esto incluye observar señales tempranas, potenciar el equilibrio de los sistemas y respetar los ritmos madurativos individuales.

Basada en evidencia y con mente abierta

Con una mirada amplia y basada en la evidencia, la pediatría integrativa se esfuerza por identificar los mecanismos fisiopatológicos que pueden estar en la raíz de cada signo o manifestación clínica. 

Se trata de rebuscar —con curiosidad, con rigor y con respeto— en esa red inmensa de interconexiones que forman el sistema nervioso, inmunitario, digestivo, hormonal, respiratorio… y entender que nada ocurre de forma aislada.



No se trata de elegir entre enfoques, sino de acompañar al niño con lo mejor de cada recurso disponible, siempre que sea seguro, respetuoso y basado en conocimiento. El objetivo no es solo curar, sino comprender, prevenir, cuidar y sembrar salud desde los primeros días de vida

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